Gracias Francisco, el cálido agradecimiento de millones de colombianos al Papa

VOANOTICIAS  “Gracias papa Francisco”, cantaron millones de colombianos para cerrar con sello de oro a la histórica visita del Sumo Pontífice argentino a Colombia. Una misión pastoral cargada de profundos mensajes, que buscan “zarandear” hasta a la propia Iglesia Católica.

“Una legítima revolución de paz” pidió el Sumo Pontífice a Colombia, durante la última homilía que dirigió al país desde Cartagena de Indias.“Si Colombia quiere una paz duradera, tiene que dar un urgente paso para desenredar el conflicto y la injusticia, advirtió el papa desde la ciudad de los derechos humanos en Colombia e insistió en la necesidad de “construir la paz, no con la palabra, sino con las accciones”.Haciendo un homenaje a quienes han entregado sus vidas para tratar de construir la paz, Francisco aseguró a sus seguidores que “Dios no va a dejar estéril tanto esfuerzo”.

Papa Francisco se despidió de Colombia con el reto de consolidar la paz en el país. Reporta Bryan Cruz:

​​“Colombia, abre tu corazón a la misericordia de Dios. No le temas a la verdad y la justicia, no tengan miedo a dar y pedir el perdón”, aún resuena el eco de las palabras que durante cinco días, el Santo Padre dedicó a los colombianos.

“No tengan miedo a la reconciliación, no tengan miedo a perdonarse. Es la hora para desactivar los odios y las venganzas y abrirse a la verdad, la justicia y la cultura del encuentro fraterno” señalan las palabras que Francisco quiso escribir en el corazón de cada uno de los miles de fieles que le siguen en el mundo.

Tras la salida del papa de Colombia, el presidente Juan Manuel Santos, agradeció a los colombianos por recibir con alegría al sumo pontífice y los animó a caminar “por el camino de la paz”.​

De principio a fin, “demos el primer paso”

Emmanuel, un niño de 13 años, cuya vida en sí misma es testimonio vivo de reconciliación, fue el encargado de entregar al papa Francisco, el primer presente del pueblo colombiano a su llegada a Bogotá, el pasado 6 de septiembre.

 

Una paloma, diseñada por la artista Ana González, marcó el inicio de un periplo papal que como lo simboliza esta obra, tuvo como objetivo dar un paso hacia la consolidación de la paz y brindar el impulso necesario para que Colombia expanda sus alas y vuele en torno al camino de un “reconciliación concreta”.

En la vida de Emmanuel, se refleja la complejidad y el dolor que han dejado el conflicto colombiano en miles de personas, pero también la esperanza que, una vez más y según las palabras del Santo Padre, demuestra que el amor siempre triunfa sobre el dolor.

Hijo de Clara Rojas, una de las mujeres que padeció el drama del secuestro a manos de las FARC, Emmanuel había nacido en medio de la selva, y había sido separado de su madre por orden de sus captores. Tras años de incertidumbre, el niño fue hallado en manos de bienestar familiar, pese a los esfuerzos de la guerrilla por mantenerlo separado de su progenitora, quien permanecía en cautiverio.

Años después de su rescate y reencuentro, Clara Rojas dijo sí a la solicitud de la Casa de Nariño, cuando le pidieron la autorización para que fuera su hijo, y lo que su vida simboliza, el encargado de darle la bienvenida al papa, a un país aún dividido en torno al proceso de paz, pero con ¨hambre¨ de recibir la guía del Sumo Pontífice para construir el camino de la “reconciliación concreta”.

No se dejen robar la esperanza

“No se dejen robar la esperanza” le dijo el papa Francisco al privilegiado grupo de jóvenes a quienes, en primer lugar, se dirigió al llegar al país.

En medio de cánticos a ritmo de rap y de danzas típicas, adolescentes de la obra del padre Javier de Nicoló en Bogotá, recibieron al máximo jerarca de la Iglesia católica en la Nunciatura Apostólica, que fue su sede de estadía durante la visita a Colombia.

Ante estos adolescentes, que viven en situación de vulnerabilidad y expuestos a una vida de restricciones, de violencia y de abusos, el santo padre les pidió “no dejarse robar la esperanza, no dejarse robar sus sueños”. Mensaje que reiteró ante más de 6.000 jóvenes reunidos en la emblemática Plaza de Bolívar, en la capital colombiana.

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El Papa le dejó a Colombia dos nuevos Beatos

El papa inició su visita a Villavicencio beatificando a dos sacerdotes, en una ciudad a la que llevó no sólo el mensaje de la reconciliación, sino el de la protección al medio ambiente pues es una de las puertas a la infinita riqueza natural de la selva amazónica y los llanos orientales en Colombia.

La beatificación que ofició el máximo jerarca de la Iglesia católica, abrió el camino a la santificación del Obispo de Arauca, Monseñor Jesús Emilio Jaramillo, asesinado por la guerrilla de izquierda del ELN en 1989, y del sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, conocido como “el mártir de Armero”, quien fue masacrado en ese municipio tolimense, en medio de las revueltas tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán en 1948.

Reconciliación concreta, mensaje central de su visita

Desde que pisó suelo colombiano y ante el presidente Juan Manuel Santos, el mandatario reclamó a la clase dirigente del país y a los líderes de los grupos armados desmovilizados, intenciones sinceras de construir la reconciliación. Además le recordó a los líderes que parte de ese camino, requiere acciones audaces que traduzcan sus decisiones en “justicia social”.

Durante el que se consideró uno de los actos centrales de su visita, el vicario de Dios en la tierra, se encontró con 6.000 víctimas y victimarios del conflicto armado interno en Villavicencio.

Antes de entonar la oración por la reconciliación y ante el Cristo mutilado de Bojayá, el papa Francisco escuchó los testimonios de dolor y a la vez esperanza de cuatro víctimas y victimarios del conflicto, cuyas historia representan los niveles de sufrimiento que han padecido más de ocho millones y medio de colombianos durante medio siglo de conflicto armado interno.

“Estoy conmovido por sus historias de sufrimiento y amargura, pero también de perdón y reconciliación”, expresó el sumo pontífice ante relatos como el de Pastora Mira.

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“Cuando las víctimas vencen esta comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz. Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección, sin esperar a que lo hagan los otros. Basta una buena persona para que haya esperanza, no lo olviden. Y cada uno de nosotros puede ser esa persona”, le dijo el papa Francisco a los colombianos.

La Iglesia se tiene que zarandear

Así se dirigió el Sumo Pontífice al más de 1.300.000 personas que presenciaron la misa que ofreció Francisco en Medellín. El mensaje del santo padre no sólo “zarandeó” a sus ministros, sino a la multitud que presenció la eucaristía y a quienes siguen su mensaje en todo el mundo.

Francisco pidió a sus seguidores dar vida a las palabras, yendo a lo esencial, renovándose, sabiendo que “esa renovación requiere arrojo y valentía”, porque cuando “se nos interpela, se nos exige la búsqueda de respuestas nuevas”, que pueden ser no convencionales.

También por ello, aseguró el papa Francisco en su mensaje desde Medellín, hay que involucrarse, “aunque para algunos eso parezca ensuciarse o mancharse”.

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Sobre estos pilares, el primer papa latinoamericano de la historia, invitó al mundo católico a “zarandearse” abriendo las puertas de la Iglesia a “todos”, pues según sus palabras, “no podemos ser cristianos que continuamente levantemos el estandarte de prohibido el paso. Todos tienen cabida, todos son invitados a encontrar aquí y entre nosotros, su alimento, todos”.

Huellas hacia la transformación de los corazones

Si bien siempre fue clara la misión pastoral de la visita del papa a Colombia, construir la reconciliación concreta, aún no está claro qué tan profundo calaron sus palabras en un país que lucha por liberarse de sus fantasmas enfrentando, en primer lugar, el reto de transformar vidas que han sido embargadas por la crueldad de las huellas que dejó el conflicto.

El Sumo Pontífice esparció esperanza y se la lleva también en su corazón para que los colombianos que aún no se han perdonado a ellos mismos o a los demás, sanen sus heridas y la “reconciliación concreta” florezca en el Colombia.