Si está Maduro… ¿por qué no cae?

Por Lourdes Molina Navarro (*)

Especial para ABC de América

(*) Periodista y escritora colombiana con trayectoria en medios de comunicación económicos y empresariales. Actualmente aspirante a Magister de Estudios Políticos en la Universidad Javeriana de Colombia.

Si Hugo Chávez pudiera hablar desde el más allá, mediante alguna suerte de médium, si eso fuera posible, no alcanzo a imaginar qué diría al ver hoy la caótica realidad de Venezuela y me pregunto si tendría la claridad para revisar cómo fue su apuesta política por una revolución social que se ha convertido en una bomba de tiempo para su país, amenazando estallar en cualquier momento.

Y es que Chávez puso en la mente de sus seguidores, el socialismo del Siglo XXI y con esa promesa de reducir la brecha social y encarnar al mesías de los desposeídos, empoderó el asistencialismo y fue elegido presidente, sin atender, lamentablemente, las razones de la pobreza.

Todas las medidas que le hicieron ganar la simpatía y el fervor de una clase social que mantenía la mano extendida, siempre en actitud de recibir, “porque el muerto se hace pesado si encuentra quien lo carga”, tales como el incremento de las pensiones de las personas de la tercera edad, acceso a la atención básica de salud y el impulso a programas de vivienda, luego fueron imposibles de sostener; no había chequera petrolera que aguantara tal presión.

Pero Hugo Chávez Frías, el líder que parecía atornillado al poder, para el asombro de esa devota Venezuela que lo veía como su salvador y que lo tuvo durante 14 años como gobernante, era un mortal como todos; el cáncer y la metástasis que llegó a sus pulmones acabó con sus ansias de perpetuidad política. Fue su equivocación dejar a Nicolás Maduro en el poder?, en realidad esa fue su decisión?, quién lo aconsejó si fue así?, qué habría hecho distinto?, ¿cómo saberlo hoy a ciencia cierta?

Esos días que antecedieron a su muerte estuvieron llenos de misterio, de silencios y vacíos, hasta que el equipo médico de Cuba nos habló del coma y de su posterior deceso. Lo que recuerdo de él, era su porte de roble, aun en la adversidad, su mirada arrogante, su verbo inigualable y su furibundo deseo de vivir. En todo caso, lo cierto es que la personalidad carismática de Chávez está muy lejos de tenerla Nicolás Maduro, un sucesor que emergió de la posición que ocupaba entonces, ya que había sido ministro de Relaciones Exteriores y también vicepresidente de Venezuela.

Maduro tenía cierto apoyo militar en ese momento, pero lo más importante: representaba la continuación del chavismo, mientras una parte del pueblo venezolano lloraba y le daba entierro de rey a Hugo Chávez, también otro segmento de esa masa no tardó en darse cuenta que el viejo adagio: “A rey muerto, rey puesto”, aquí no encajaba.

El sueño de la “revolución bolivariana” que tanto defendió Chávez y que el presidente colombiano Juan Manuel Santos señalara como un fracaso, para muchos no pasó de ser un sueño con un abrupto despertar. Y definitivamente los últimos hechos, una Asamblea Constituyente convocada por Maduro como solución a los males que soltó la caja de pandora chavista, demuestra que las urnas no son lo suyo, que a juicio de la oposición, el vecino país está peligrosamente acercándose al abismo de una dictadura y que es difícil, en un panorama tan enrarecido, que tenga legitimidad el voto de los más de ocho millones de venezolanos, 41,5% del padrón electoral, que según Tibisay Lucena, Presidenta del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, votaron en la elección de la Constituyente.

Videos y mensajes dolorosos que han sido puestos en las redes sociales por venezolanos aterrados, han mostrado al mundo la barbarie de una Guardia y Policía Nacional Bolivariana que ha atacado a la población civil, cuando su obligación es protegerla.

Cifras dramáticas  

La crisis de escasez y desabastecimiento en alimentos y medicamentos que hoy afronta Venezuela es muy profunda; tanto así que según un estudio de la consultora Ecoanalítica y la Universidad Católica Andrés Bello,  8 % de los venezolanos admiten que han buscado desperdicios en la basura para comer.

El rosario de pesadilla está compuesto por inflación galopante y recesión, en una coyuntura agudizada por la caída del precio del petróleo en 2016, donde 95 % de las divisas que ingresan a Venezuela se originan precisamente en el oro negro.

Con la tasa de inflación más alta del mundo de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, FMI, estimada para finales de 2017 en 720 % y a finales de 2018 en 2.068, la camándula crítica de Venezuela registra por tercer año seguido, el país con el peor desempeño económico del planeta, según el Índice de Miseria de Bloomberg 2017.

Es así como 81,8 % de los hogares venezolanos se encuentra sumido en la pauperización y 9,6 millones de las personas en este país, toman alimentos dos o menos veces al día, teniendo en cuenta los resultados de la Encuesta sobre Condiciones de Vida, Encovi.

Como si fuera poco, la ola imparable de protestas, la fuerza del ciudadano de a pie en la calle, alzando su voz contra el Gobierno Madurista, ya da cuenta de más de 35 muertes.

De nada ha valido que Venezuela posea una de las reservas más grandes del mundo de bauxita, material del cual se obtiene el aluminio, y así mismo su fortaleza en oro y diamantes, los analistas económicos advierten y preocupan a los tenedores de bonos venezolanos, que el país puede entrar en el cese de sus pagos, de un momento a otro, debido a la abrumadora caída de sus ingresos.

De igual modo, tiene unas dimensiones de no creer el éxodo venezolano a distintos países, siendo Colombia el primero de los elegidos, debido a su cercanía y nexos fraternales de siempre, al tiempo que se han trepado por las nubes los precios de los tiquetes aéreos, comportamiento fundamentado en la debilidad del bolívar. Según la consultora Ecoanalítica, en agosto de 2017, el costo de un vuelo internacional se ubica en alrededor de  USD 560.

El poder militar “biopolítico”

El engendro militar “biopolítico” que gestó y dio a luz Hugo Chávez, fuertemente alimentado por Maduro durante sus cuatro años de gobierno, es el monstruo que lo sostiene en el poder, a la luz del pensamiento de Michel Foucault, el filósofo francés que develaría la relación de la política con la vida.

Para Foucault, la realidad del Estado es una forma viviente y en el caso de Venezuela, el verdadero poder detrás del gobierno es el estamento militar, la Fuerza Armada Nacional, FAN, que tras el beneplácito de Maduro para lograr su lealtad, se ha dedicado a ocupar cada espacio posible dentro de un sistema estatal asistencialista, de corte socialista cada vez más desdibujado por la represión y el autoritarismo.

Y es que los militares venezolanos además de portar las armas, importar alimentos básicos y controlar su distribución, por los cuales la gente debe hacer interminables “colas”, son empresarios y manejan fábricas de uniformes, un canal de televisión, un banco, una ensambladora de vehículos y una constructora. Son también políticos y con la creación, desde más de un año de Camimpeg, la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas, pueden ser mineros y petroleros, una puerta que  Chávez no había abierto.

El decreto de creación de Camimpeg faculta a los militares para desarrollar “actividades lícitas de servicios petroleros, de gas y explotación minera en general, sin que esto implique limitación alguna”, es decir que los militares pueden constituir una empresa pública, con capital privado, que haga lo que hace PDVSA, la estatal Petróleos de Venezuela, explotar yacimientos y lo mismo con minería y con gas.

Y en esto Chávez marcó el camino, dado que propendió por una alianza cívico-militar que había sido utilizada antes tanto por partidos de extrema izquierda como por el populismo y Nicolás Maduro amplió tanto esa ruta, que de 32 ministerios les dio 11 a los militares, mientras los ascensos no paran de hacerse, han pasado de 1.000 en los últimos años al igual que el aumento de sus salarios.

Así las cosas, ¿quién de los militares pensaría en tumbar a Maduro, si están en su agosto, con las manos llenas de negocios y nuevas oportunidades?, incluso, en semejante escasez, según cuentan las noticias internacionales, hay cabida a la corrupción, dado que se ha mencionado el tráfico de alimentos, por ejemplo?

Para completar el oscuro panorama, la FAN, con 165.000 efectivos y 25.000 en reserva, también tiene el control de la Milicia Nacional Bolivariana, ese cuerpo de civiles que ha recibido entrenamiento militar, establecido como respaldo a la Fuerza Armada, conformado por 500.000 ciudadanos, cada uno con fusil en mano, desde los tiempos de Chávez.

Y dentro del poder, más poder. Es así como aparecen figuras tales como el ministro Vladimir Padrino López, el hombre de confianza de Maduro, legado de Chávez, y el de Diosdado Cabello, diputado y exvicepresidente de Chávez, cada uno manejando un grupo poderoso, en medio de un gobierno que es acusado por su pueblo de abusos y gran improvisación.

Y la oposición…qué?

Pues bien, cada vez que pareciera que la crisis llega al fondo y que no puede pasar nada peor, de pronto ésta se queda como suspendida, tal como ocurrió recientemente, cuando el presidente norteamericano Donald Trump amenazó con una intervención militar en Venezuela.

La oposición venezolana reunida en la MUD, Mesa de la Unidad Democrática, rechazó esta advertencia e igualmente la participación de Cuba en el Gobierno de Nicolás Maduro, tanto en las Fuerzas Armadas como en la política interna del país. Y todo esto, sumió de nuevo a Venezuela en una bruma donde no pasa nada. Todo se queda quieto y expectante.

Y claro que nos preguntamos: ¿cuál es el papel real de la oposición?, esta protesta de la calle que parece no tener organización, si tendrá la capacidad de hacer que el país haga una transición en paz hacia la democracia y que Maduro finalmente desista del poder ante el desastre actual?

¿Si tendrá eco la presión internacional para conseguir la anhelada convocatoria de elecciones, un canal humanitario y la libertad de los presos políticos? La realidad es que el líder político Leopoldo López ha estado en la cárcel mucho tiempo, ahora en su casa, pero igual sin libertad, lo mismo ocurre con Antonio Ledezma e inhabilitados Henrique Capriles y María Corina Machado.

Sin embargo, no puede desconocerse que la oposición sigue mostrando su voz, sin desmayar por las amenazas y la represión, buscando, sin éxito -hasta ahora-, que el gobierno acepte ir a elecciones, (las de jefe de Estado deben llevarse a cabo en diciembre del 2018) mientras crece el rechazo popular a la actual administración y se habla de que por cada diez  venezolanos, siete quieren un cambio de mando, desesperadamente.

Pero no es suficiente el esfuerzo, yo veo una oposición dividida, sin la fuerza necesaria, sin plan B y C y D, sin planificación, aturdida ante cada nuevo golpe de Maduro y sin ver claramente que el cambio debe gestarse por dentro. Los meses que le quedan al 2017 serán determinantes para Venezuela porque habrá que seguir importando mucha comida y una profundización de la debacle económica pondría en peligro el idilio mantenido hasta la fecha por el gobierno con la alianza cívico-militar.

Por otra parte, la mordaza a la prensa crítica cada vez reduce más las posibilidades de entregar un mensaje al pueblo distinto al oficialista, y en este escenario el papel protagónico de las redes sociales y del voz a voz, hay que reconocer que ha ganado mucha fuerza.

Un logro para destacar de la oposición venezolana es que en diciembre de 2015 obtuvo la mayoría en la Asamblea Nacional tras 16 años de gobierno chavista, pero la victoria no se materializó finalmente a pesar de la movilización de las autoridades para aceptar un referendo revocatorio contra Maduro. En la oposición, una verdadera unión de ideas e intereses por el país, podría hacer la diferencia en estas horas de incertidumbre.

Venezuela necesita reorientar su rumbo político y económico por el bien de su gente, basta citar un ejemplo de la agencia AFP, en lo que respecta al aumento del precio de los productos, en especial, de los alimentos, cuando una hamburguesa, en 2016, costaba 1.700 bolívares, equivalente a 170 dólares al cambio oficial de 10 bolívares por dólar. Esto explica el éxodo venezolano… que es también un tema en el cual vale la pena ahondar más adelante.

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