Elecciones en Colombia: Que entre el monstruo electoral y escoja

Por Lourdes Molina Navarro, Especial para ABC DE AMÉRICA*

En esta contienda electoral y en un país cada vez más polarizado en ideas, opiniones y sentimientos, casi todos los analistas, y de diferentes orillas ideológicas, se han dedicado a profundizar en las diferencias, muy marcadas que existen, entre los candidatos Iván Duque y Gustavo Petro.

Pero pocos han hablado de los que los une, de las sinergias, de esos puntos comunes que hacen que ellos conecten con la gente y que por ende tengan ese caudal de votos, de aceptación y de encarnación de los sueños e intereses del electorado, que son las motivaciones que, en realidad, llevarán a uno o a otro a ser el nuevo presidente de los colombianos.

Y a mi juicio, ellos representan un gran cambio, nunca antes visto en Colombia, porque a pesar de la distancia de pensamiento y de estar en los dos extremos, ambos apelan al humanismo, a bucear en el corazón de lo que la gente anhela en materia de educación, de distribución de la riqueza, de derechos humanos y de seguridad, porque ese monstruo electoral ha sido muy toreado y agredido por tanto incumplimiento gubernamental, y obvio quiere escuchar algo distinto y la apuesta, por enésima vez, es a que le cumplan y no lo dejen con los crespos hechos nuevamente. Es decir, el desencanto con esa política de siempre, corrupta y enrarecida, es su punto de encuentro y también que tienen una mujer como fórmula vicepresidencial, lo cual puede leerse como una receta inclusiva y equilibrada para la sociedad.

Ambos muestran la bandera de la anticorrupción en alto, se muestran muy cercanos con las necesidades de la gente y encarnan opciones frescas por la trayectoria de cada uno, por ejemplo en el desempeño sobresaliente en sus curules parlamentarias.

Pero, tengo que decir que aunque Petro habla fuerte sobre la corrupción y señala una y otra vez que Duque está al lado de todo lo que la representa, a su parecer no solo el Centro Democrático sino los partidos tradicionales, liberal y conservador que lo apoyan, flaco favor le hace su historia reciente en la Alcaldía de Bogotá, cuando el populismo fue el rey y su defendida política de empleo se centró en un aumento notorio del número de contratistas del Distrito y si eso no es una práctica corrupta por lo menos tiene un tufillo que apesta.

Es cierto también que Duque tiene todo para mostrar en materia de administración, esas dotes, si las tiene, no se las conoce nadie, pero su juventud y su personalidad conciliadora, auguran positivos resultados en una posible gestión, no en vano reconoce que el mayor defecto de Álvaro Uribe, sin duda, el gran artífice del respaldo de una parte del país a esta candidatura, es permitir que lo saquen de casillas. Y Duque ha demostrado en esta campaña todo lo contrario, mientras más lo critica y estigmatiza su rival y detractores, más muestra don de gentes y mesura.

Y entre tanto, Petro es brillante en su discurso popular, encantador como pocos en la plaza pública, emocional y vibrante al reivindicar que las demás opciones políticas ya han gobernado por mucho tiempo y que la desigualdad es mucha y él va a trabajar porque la brecha sea cada vez menor, pero ocurre que los ejemplos de gobiernos exitosos de izquierda en América Latina francamente brillan por su ausencia.

¿Quién es quién?

Iván Duque es un abogado de 41 años, que ha dedicado los últimos cuatro a la actividad política como miembro del Senado y hoy se percibe como una figura política que ha sorprendido por su llegada y carisma en el más reciente ciclo político en Colombia.

Tiene un posgrado en Derecho Internacional Económico y Gerencia Pública en universidades norteamericanas y trabajó durante varios años en organizaciones internacionales como la Corporación Andina de Fomento y el Banco Interamericano de Desarrollo. Ha insistido en que si llega a la Presidencia, realizará cambios al acuerdo de paz firmado por el actual gobierno en 2016 con la exguerrilla de las FARC para evitar, según manifiesta, que su aplicación permita que haya impunidad para quienes han cometido crímenes contra la humanidad.

Gustavo Petro es economista con estudios en Europa, tiene 58 años y se le reconoce como la personalidad más influyente de la izquierda en Colombia. A los 17 años, se unió al grupo guerrillero M-19, organización que fue responsable de un trágico y tristemente recordado asalto al Palacio de Justicia en Bogotá, en 1985, en el cual murieron 99 personas. Sus defensores políticos destacan que Petro estaba en prisión y que siempre ha sido más un hombre de ideas que fue más un político que de armas.

Cursó una especialización en Administración Pública en Colombia y un posgrado en Desarrollo, Población y Medio Ambiente en Bélgica. Ha sido concejal, representante a la Cámara Regional de Cundinamarca y senador, pero el cargo que le dio más visibilidad fue el de alcalde de Bogotá entre 2012-2015, donde no hizo un buen papel como mandatario distrital.

La economía en cada orilla

Desde el ámbito económico, Duque busca mayores mercados internacionales para los productos colombianos y ha hablado de simplificar el sistema tributario para empresas y personas naturales, además de trabajar por el establecimiento de garantías de estabilidad jurídica y de incentivos a la inversión. Adicionalmente enfatizará en la promoción de la exportaciones y del consumo como ejes del crecimiento económico.

Duque defiende lo que llama “Economía de mercado dinámica con sentido social”, la propiedad privada y la iniciativa empresarial, y debo decir que siempre he pensado, quizá por mi relación cercana con empresarios, durante mi trayectoria como periodista, que gracias a que Colombia tiene una clase empresarial que se le mide a todo, que se arriesga, que se enfrenta a permanentes cambios en las reglas de juego y que en lugar de irse del país, se queden y le apuesten con inversión y creatividad, ha habido generación de empleo y riqueza que han mantenido a flote la economía de este país, dese hace muchos años, por lo tanto, entiendo que este segmento no es el enemigo del progreso, es un aliado.

El programa de Petro habla de que se “adoptarán cambios en el modelo económico para avanzar hacia una economía productiva, articulada a una estrategia integral de adaptación al cambio climático”. Es decir ataca lo que él considera extractivismo, plantea una economía cerrada e incluso propone renegociar los tratados de comercio.

Qué deberían tener en cuenta desde sus posturas

Petro debería tener presente que el ahorro nacional ha sido deficitario y que es preciso llamar la atención de la inversión extrajera para mantener los niveles de recursos que contribuyan al crecimiento y al empleo y que la exportación no solo puede ser de aguacates, lo cual además tarda mucho en su fase productiva, sino que hay sectores que probadamente son exitosos en el agro y en la industria y a los que no puede desconocer ni dejar de reconocer su importancia, ni su incidencia en el bienestar social que tanto parece defender y mucho menos en su cruzada por una educación gratis para todos.

Duque, además de su talante conciliador, debería tener en cuenta que el país espera un gran cambio y tendrá que deslindarse de su mentor. Uribe puede ser una figura como la de un padre, que le dé consejos pero eso tan solo. Las decisiones serán del Presidente, al igual que nos ocurre con nuestros hijos, nos escuchan por respeto, pero finalmente hacen lo que estiman conveniente y nada qué hacer, están en todo su derecho. Por el bien del país, si Duque llega a la presidencia, espero que así sea.

Igualmente espero que tenga muy en cuenta que los derechos que ha ganado la comunidad LGTB son eso: derechos ganados y que merecen todo el espacio y el respeto. Que sus diferencias con los heterosexuales no los hacen extraños, ni personas raras, ni los aqueja ninguna enfermedad, nacen así y al igual que ocurre con cualquiera, son sensibles y entrañables seres humanos que, en muchos casos, contamos dentro de nuestros grandes amigos; y por último, que Colombia es un Estado laico, que orar y practicar un credo es un acto libre de acercamiento a Dios, cualquiera que sea la idea que tenemos de él y que somos muchos los colombianos que creemos que no es cierto que el que peca y reza empata.

*Periodista y escritora colombiana con trayectoria en medios económicos y empresariales y magíster en Estudios Políticos.