Coronavirus amenaza con fuerza favelas en Brasil

SPUTNIK

Las favelas (barrios hacinados) de Río de Janeiro (Brasil, sureste) y de otras ciudades brasileñas temen el impacto que pueda causar el nuevo coronavirus, pero mientras el virus no acaba de llegar con fuerza, miles de familias ya están pasando hambre por la falta de trabajo derivada del confinamiento.

En el complejo de favelas de la Maré, muy cerca del aeropuerto internacional de Río, viven 140.000 personas, y en los últimos días los propios vecinos y las entidades locales se pusieron manos a la obra para repartir miles de paquetes de alimentos a las familias más necesitadas, explicó Eliana Silva, directora de Redes da Maré, una organización nacida en el barrio hace más de 20 años, al ser consultada por Sputnik.

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Desde Brasil hay alerta por una “tragedia anunciada”:
la gente transita en las favelas como si nada.

“Estamos entregando cestas básicas de comida y kits de limpieza, en principio a 6.000 familias, y también tenemos una acción para la población en situación de calle, les repartimos unas 200 comidas diarias”, comentó Silva sobre un trabajo que en los últimos días ha movilizado a más de 100 personas.

En apenas una semana, los voluntarios entregaron casa por casa, para evitar colas y aglomeraciones, 2.868 paquetes de alimentos no perecederos y otros tantos kits de limpieza, mientras que las mujeres del proyecto Maré de Sabores, que normalmente trabajan en eventos culturales que ahora fueron cancelados, se dedicaron a cocinar los platos de comida caliente.

El proyecto sigue su curso en base a donaciones privadas, ya que de momento no hay ningún tipo de ayuda del Estado, que históricamente ha estado ausente en estos barrios autoconstruidos, en la mayoría de los casos carentes de los servicios más básicos.

Pésimas condiciones sanitarias de las favelas son caldo de cultivo para el coronavirus.

Para Silva, el nuevo coronavirus está haciendo aflorar todas las deudas que el Estado brasileño tiene con los habitantes de las favelas: inversiones en políticas habitacionales, alcantarillado, sanidad, etc; y aunque asume que esos problemas endémicos no puede resolverse en cuestión de días tampoco cree que haya que ser derrotista y tirar la toalla.

“La vida de las personas de las favelas de las periferias siempre fueron negligenciadas, pero se puede hacer muchas cosas.. lo que pasa es que estamos hablando de pobres, y parece que para los pobres sirve cualquier cosa; el Estado no debería desistir de pensar en alternativas para reducir el daño”, afirmó.

El Ministerio de Salud prometió hace semanas un plan específico para abordar COVID-19 en las favelas, pero hasta ahora no se presentó, y las escasas iniciativas del poder público se limitan a las autoridades locales, que han hecho repartos puntuales de alimentos o de cisternas con agua y jabón.

El ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, dijo el 9 de abril que, dada la situación de emergencia, el Gobierno tendrá que dialogar con narcotraficantes y milicianos si es preciso para lograr hacer llegar la ayuda a estas áreas.

Tradicionalmente, el poder público alega que no puede ofrecer servicios básicos a la población que vive en las favelas porque muchos de estos barrios están dominados por grupos violentos que dictan sus propias reglas e impiden la entrada de funcionarios públicos; para Silva, no obstante, esto no son más que excusas.

“El Estado tiene que actuar, y tiene que actuar con las personas de cualquier área de la ciudad, no se nos puede dejar de lado, ¿por qué la sociedad civil consigue organizarse y el Estado no lo consigue”, se pregunta.

El estado de Río de Janeiro es el segundo más afectado de Brasil por la pandemia, con 122 fallecidos y más de 2.000 personas contagiadas.

En las favelas ya han muerto seis personas, pero la sensación de alarma todavía no es palpable; las directrices de confinamiento se siguen cada vez más a la ligera: a medida que pasan los días hay más gente en las calles.